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20 estrategias ¡bum! para gestionar el bloqueo del escritor

Bloqueo del escritor Carme ArrufatPost escrito por Carme Arrufat, escritora (con 8 libros publicados), terapeuta y una de las alumnas más aplicadas con las que he tenido el lujo de trabajar en la última edición de Escribir Para Vender.

«¡Uff! Llevo 10 minutos delante de la misma frase…».

¿Te suena? Esta es una de las formas más habituales de bloqueo y ahí es cuando empieza el agobio.

¿Sabías que tiene nombre y apellido? No te sucede a ti solo. Se llama síndrome de bloqueo del escritor.  

¿Qué vas a encontrar en este post?

Es ese momento en el que las musas te abandonan y resulta imposible encontrar fuentes de inspiración.

Es algo a lo que todos los que nos sentamos frente a una página en blanco nos hemos tenido que enfrentar en alguna ocasión.

Hoy te presento 20 estrategias para hacerle frente.

¿Qué estrategias usas para superar tus bloqueos?

¿Y qué te sucede cuando aparece el bloqueo creativo? ¿Te enfadas?, ¿te frustras?, ¿sueltas cuatro tacos? No te culpes. Es normal, comprensible y humano, pero ineficaz.

Solo hay que cogerles el tranquillo a los bloqueos del escritor y aprender a gestionarlos.

Forman parte de cualquier proceso en el que intervenga la mente humana. Y eso, desde el enfado y la frustración, no funciona.

Así que prepárate para un entrenamiento exprés para transitar bloqueos.

Fíjate que en ningún momento te he dicho «para ir en contra de los bloqueos». No hay que ir en contra porque, como reza el dicho: «Lo que resistes persiste, lo que aceptas se transforma».

Bailar con el bloqueo

Yo pasé mucho tiempo luchando contra los bloqueos. Y, a menudo, lo que conseguía era más bloqueo y más enfado. Al final le di la vuelta. Deseo ahorrarte ese camino de ensayo y error que tuve que recorrer para aprender a bailar con el bloqueo.

¿Te atreves?

Antes te voy a contar un bloqueo épico que sufrí hace muchos años.

Yo vivía en una masía alquilada que tenía un huerto inmenso. Plantaba todo tipo de hortalizas y, aun así, no conseguía llenarlo.

Mi vecino, un hombre violento y gritón, me pidió que le dejara un pedazo del huerto para plantar sus tomateras.

Por no discutir con él le hubiera dicho que sí, pero la propietaria me advirtió que no quería ver al vecino merodeando por su huerto. Así que le respondí de la forma más suave que pude: «No podrá ser», le dije.

Él se alejó soltando palabrotas.

Pensé que la historia había terminado ahí. ¡Qué ilusa!

Al día siguiente yo iba andando por un pequeño puente que cruzaba un riachuelo cuando él hacía lo mismo, pero en sentido contrario. Si me hubiera podido volver atrás, juro que lo habría hecho, pero ya no podía.

Parálisis física: el bloqueo biológico

Él se acercaba a grandes pasos y yo empecé a temblar.

Antes de que los dos llegáramos a cruzarnos en mitad del puente, él empezó a vociferar. Y a mí me entró un pánico irracional.

Me quedé paralizada y no es una metáfora. Sentí que tenía los pies pegados al suelo y que no me podía mover, a pesar de que entonces sí que hubiera salido corriendo, batiendo mi propio récord en cruce de puentes.

Estaba inmóvil, rígida y con el corazón acelerado a más no poder. Él seguía acercándose y sus gritos sonaban cada vez más fuertes.

Pensé de todo: que me pegaría una paliza, que me lanzaría por el puente… ¡Qué segundos tan largos y qué cantidad de películas siniestras cupieron en ellos! Es impresionante lo que puede llegar a idear esa mente loca en unos instantes…

Y, de repente, pasó por mi lado sin tocarme y soltó muy enojado: «¡Y encima chula!». Y siguió su camino.

Salvada por la campana. Él interpretó mi inmovilidad como chulería.

Bien está lo que bien acaba, pero hace años de aquel episodio y lo sigo recordando como un momento extremo.

Tomé una bocanada de aire y mis pies, ¡oh, milagro!, se pusieron en marcha otra vez.

Eso es un bloqueo biológico en toda regla: en una situación de peligro por nuestra supervivencia, atacamos, huimos o nos paralizamos. Y la parálisis es real.

Pero los bloqueos de la escritura son de otro color. He vivido muchos y nunca me he quedado en el estado catatónico que sufrí aquel día.

A base de transitar bloqueos he descubierto que no son más que trampas de la mente, miedos imaginarios que no afectan a nuestra supervivencia, pero que viven de nuestro pánico a que el grupo nos rechace.

Eso antiguamente hubiera supuesto la muerte, pero ahora no es así.

Ese es el punto clave: nuestra memoria ancestral nos confunde.

Así que he desarrollado una serie de estrategias, algunas de las cuales ya conocerás. Se trata de listarlas y tenerlas a mano para cuando te bloquees.

El síndrome del bloqueo del escritor forma parte del proceso

Un bloqueo es algo que forma parte del proceso de escritura y de otras disciplinas creativas.

Esperar que no existan bloqueos sería como si un surfista pretendiera que su tabla permaneciera quieta. No es posible. Se trata de aprender a mantenerse en equilibrio, a pesar del oleaje.

Y en el caso de los bloqueos literarios es lo mismo.

Hay que aprender a surfear biorritmos, momentos en los que tu cerebro no está a la altura, en los que no tienes ganas de ponerte a escribir y que se presentan como: «¿por dónde empiezo?», «no sé que poner», «no tengo ideas», etc.

Te contaré las estrategias que uso para surfear los bloqueos. Porque, después de años de experiencia con ellos, he aprendido a no luchar en su contra, sino a aceptarlos e integrarlos.

Y todo ha ido mejor.

Estrategias para transitar bloqueos

Tómate lo siguiente como un bufé libre. Quizás tengas ocasión de probarlas todas o, como cada momento es distinto, escoge la estrategia que mejor se adapte.

Las he dividido en bloques distintos para que encuentres más fácilmente el apartado con el que mejor conectes.

¡Vamos allá!

Dirige tu mirada al bloqueo

1/ Pregúntate qué significa que te hayas bloqueado en este punto.

¿En qué te interpela este tema en este momento de tu vida? Haz una lista con las respuestas y deja que alguna haga eco en tu interior.

2/ Dale la bienvenida al bloqueo. Es mil veces mejor que pelearte con él.

Pregúntale qué deberías aprender de esta situación. Te invito a que trates de escribir desde el alma.

3/ Escucha a tu cuerpo. Quizás te esté pidiendo un rato de descanso o de ejercicio. Sea lo que sea, con estar un par de minutos prestando atención a tu cuerpo lo vas a saber.

Y dáselo, ¡por Dios!

Que a veces tratas a tu cuerpo como a un esclavo, lo tienes todo el día currando y ni lo escuchas. Intégralo en la conversación, que tiene mucho que decirte.

Y cuando aprendas a hacer eso, te recompensará con altas dosis de creatividad en otros momentos que equilibrarán el tiempo de bloqueo.

4/ Piensa: si en ese momento pudieras hacer lo que te viniera en gana, ¿qué es lo que más te motivaría, lo que te pondría en marcha?

Haz una lista, no hace falta que anotes más de cinco. Escoge una, la más fácil, y regálatela.

5/ Convierte al bloqueo en una entidad. Cierra los ojos, visualiza tu bloqueo como una niebla, como un monstruo comegalletas o como te parezca, y ten una conversación con él. Dale las gracias por su visita y pregúntale qué desea.

Observa cómo, mientras conversas con él, su forma cambia. Quizás empezó siendo una nube negra y ahora ya es una nube más liviana… Deja que tu ser interior realice el trabajo.

Quédate en silencio. No tengas tanta prisa por hablar tú. Te conviene escucharle.

Anota sus respuestas.

Técnicas clásicas ante el bloqueo del escritor

6/ Respira a conciencia. Colócate en un lugar tranquilo, cierra los ojos y céntrate en tu respiración.

Inspira durante 4 segundos, retén el aire durante 7 y espira durante otros 4 segundos.

Repite varias veces hasta que sientas que se empiezan a aflojar las tensiones en tu cuerpo.

7/ Relájate y suelta los músculos. Un sistema simple y eficaz es contraer un momento cada músculo para luego soltarlo.

Recorre todo tu cuerpo realizando este ejercicio hasta que hayas soltado todos los músculos. Luego, sacúdete como hacen los perros cuando se han mojado y disfruta durante unos minutos de ese estado de relajación.

8/ Estírate. Puedes buscar algún vídeo de Youtube o estirarte por donde más te apetezca. Emula lo que haces por la mañana antes de levantarte para desperezarte.

Hazlo varias veces y mantén el estiramiento durante unos segundos, hasta que notes que te has estirado de verdad.

9/ Medita. Empieza con 3 o 5 minutos si no has meditado nunca. A medida que te vayas acostumbrando, amplía el tiempo.

Céntrate en el punto medio: este punto coincide con tu glándula pineal y se encuentra más o menos en el centro de tu cráneo.

Si trazas un eje imaginario desde el medio de tus cejas hasta el occipital y otro desde el centro de la parte superior de tu cráneo en dirección vertical, el punto donde se cruzarían es el punto medio.

Concéntrate en ese punto mientras observas pasar tus pensamientos, sin quedarte con ninguno de ellos. Solo les dices «gracias» y «adiós» y les dejas marchar.

Desvía tu mirada del bloqueo

10/ Cambia de actividad. Si quieres seguir trabajando, lo suyo es que por lo menos cambies de tarea. Si estabas redactando, dedícate a editar o a corregir otro texto, incluso el mismo. O valora si puedes añadirle alguna historia, un ejemplo o una metáfora.

Te invito a leer ese post maravilloso de Maïder sobre el poder persuasivo de las metáforas.

11/ Abre diversos blogs, periódicos digitales o canales de noticias y piensa qué tienen que ver las noticias que te aparecen con tu tema bloqueado.

Puede que la combinación de alguno de ellos te dé una idea genial para desatascarte.

12/ Llama a un amigo que sepa escuchar, no de los que a la primera frase ya te están dando consejos, y cuéntale en qué punto estás bloqueado y qué es lo que cree que te está deteniendo.

Procura contarle de forma precisa qué es lo que te impide seguir. Esa es la pregunta clave. Y, mientras se lo cuentas, suéltate y escúchate.

Seguro que de ahí sale alguna verdad que pueda poner en tu mente consciente información importante.

13/ Ríete. Vete a Youtube y ponte un vídeo de tu cómico preferido. Permítete 10 minutos de risas, pero risas de verdad.

Consigue esos 10 minutos de carcajadas y luego vuelve a tu tarea. La risa oxigena, segrega endorfinas y nos vuelve creativos

14/ Haz una lista de 10 personajes distintos (una aventurera, un cómico, un político, una directora, un poeta, una bailarina, etc.) y repasa tu tema a la luz de estos personajes.

Toma nota de qué diría o qué aportaría cada uno de ellos a tu tema. Una vez tengas su opinión o su posición sobre ello, vuelve a tu tarea llevándote las aportaciones de tus amigos imaginarios.

Muévete: cámbiale el ritmo al bloqueo

15/ Sal a dar un paseo y entra en contacto con la naturaleza. Si no tienes un bosque cerca, ve a un jardín o un parque y quédate unos minutos contemplando los árboles y las flores.

A menudo los bloqueos creativos no son más que momentos de saturación. Y la naturaleza es un buen remedio para ella.

16/ Si te va la acción y no te apetece salir de casa, haz flexiones, sentadillas y series subiendo y bajando escaleras a distintas velocidades, hasta que sientas que tu corazón se ha acelerado y que estás empezando a sudar.

Luego mantén un ejercicio algo más moderado durante unos minutos más y, al final, date una buena ducha. Si terminas con agua fría, mejor.

Mientras haces los ejercicios no pienses en tu tema. Suéltalo. Ya se encargará tu inconsciente de mandarte la idea cuando sea el momento.

Después de la ducha, tómate un zumo de frutas contemplando algo bonito, aunque sea una nube, y vuelve a tu escritorio.

Tendría que haber pasado algo, en serio.

17/ Baila. Ponte música movida, la que te guste más para bailar, y baila durante un mínimo de 10 minutos. Baila como si la música te hubiera poseído.

¡Baila, baila, baila!

El baile genera endorfinas y estas son un ingrediente ideal para la creatividad.

Regálate momentos que te hagan sentir bien

18/ Pinta. Toma lápices de colores, ceras, pinturas de dedos o lo que tengas a mano (recomiendo mucho las pinturas de dedos porque en su uso interviene el tacto y eso es mucho mejor que trabajar con lápices o rotuladores).

Pinta un cuadro.bloqueo creativo

No hace falta que sepas pintar. Solo suéltate mezclando colores, ensuciándote los dedos, divirtiéndote con las pinturas, mirando cómo los colores impregnan el papel blanco.

Concéntrate en tu obra como si fuera lo más importante que tienes que hacer ahora. No tiene que ser perfecta.

Y no me vale la excusa de «no sé pintar». Pinta como si tuvieras 3 años. Eso sí sabes hacerlo. Quizás lo perdiste por el camino, pero se trata de que lo recuperes.

19/ Date un capricho prohibido. ¿Te gusta el chocolate?, ¿o prefieres cacahuetes? Toma una ración de eso que te gusta (¡ojo! Esto es para hacerlo de vez en cuando, no lo recomiendo para uso diario: ¡no quiero ser la responsable de tu subida de colesterol!).

Siéntate en el sofá. Si es abatible, mejor. Colócate en postura cómoda. Despanzúrrate. Enciende la tele y zapea mientras comes chocolate, cacahuetes o lo que sea.

Eso sí: sin culpas. Con culpas no funciona.

Entrégate al placer como si tuvieras 7 años, disfrutándolo a tope.

Permítete este break durante unos 10 minutos y luego vuelve a tu trabajo.

20/ Haz el amor o, si no tienes posibilidades, regala una sesión de abrazos a alguien. Pero no un abrazo de cortesía, sino una sesión de abrazos de por lo menos 6 segundos cada uno.

Las dos opciones van a modificar tu química corporal: la primera más que la segunda.

3 retos que deberías aceptar ahora mismo:

Hacerlo sería una señal de que estás empezando a brillar por encima de las nubes.

  • 1/ Imprime este artículo y cuélgalo en un lugar visible de tu escritorio para que lo tengas a mano en los momentos de bloqueo.

Así es el síndrome del bloqueo del escritor, algo traicionero: se presenta sin avisar.

  • 2/ Vuelve con tu memoria a otras veces que sufriste algún bloqueo y procura recordar cómo saliste de él, qué hiciste, qué fue lo que te desatascó. Reconoce tus propios patrones de bloqueo creativo.

Y si es algo distinto a estas estrategias, anótalo debajo para sumar tu recurso a mi lista.

  • 3/ Activa tu generosidad: déjame tus estrategias en los comentarios para que todos podamos engrosar nuestras listas. Participa y cuéntanoslo.

Tú te vas a sentir mejor por aportar y los demás también por recibir.

Y, al final, serás un kamikaze de los bloqueos.

¡Eeeee-yah! ¡Hi-yah!

¡Hola! Soy Carme Arrufat y me apasiona escribir

Ayudo a profesionales y expertos a escribir su libro para que puedan mostrar lo mejor de su trabajo y atraer a clientes premium.

Estudié Filosofía, Arteterapia y Descodificación Biológica. Tengo 8 libros publicados y he ganado 35 premios literarios. Y me encantará ser tu ángel de la guarda en tu proceso de escritura y no soltarte de la mano hasta que tengas tu libro a punto de volar.

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